La apariencia del piso es clave a la hora de pensar un ambiente agradable, armonioso, o imponente. En este sentido, las baldosas de cerámico muchas veces necesitan un tratamiento especial para realzar su brillo o simplemente renovarse.

En algunos casos, es preciso pulir, en otros, basta con una limpieza profunda que les saque brillo. Para ambas necesidades, ofrecemos estos sencillos y útiles pasos.

Para este primer paso se necesita vinagre y soda. En primer lugar, hay que mezclar 1/4 de taza de vinagre blanco en un litro de agua tibia, aumentando la cantidad de vinagre según las necesidades del caso.

El vinagre es un excelente desengrasante, de modo que con una mínima cantidad de dinero, es posible desengrasar en profundidad los cerámicos desgastados, incluso en las junturas. Si la suciedad está demasiado arraigada, quizá sea necesario usar un cepillo y limpiar manualmente sobre las zonas más opacas. En caso contrario, basta con escurrir bien un trapo y pasarlo humedecido por toda la superficie.

Para concluir el pulido, y dar una limpieza profunda a las baldosas, resta llenar un balde con soda (agua con gas) e introducir en él un trapo limpio. La soda termina de pulir los pisos de cerámico y les otorga un acabado brillante.

Además de un buen producto natural como el vinagre, se puede dar brillo a los pisos con productos que contengan soluciones alcalinas, diluidas en agua caliente. Para no dañarse la piel de las manos, lo ideal en estos casos es el uso de guantes de goma.

La mezcla de producto de limpieza y agua caliente debe aplicarse abundantemente sobre el piso y dejar reposar unos veinte minutos. Pasado este tiempo, puede pasar una escoba vieja que haga las veces de cepillo, frotándola por todo el piso. Este líquido debe enjuagarse con agua limpia, para, finalmente, secar los cerámicos con un trapo limpio.

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